Originariamente, el alma estaba próxima a los dioses y en compañía de estos vivía una vida divina.
Se representa el alma como la unión de tres elementos:
* Un auriga (la razón)
* Un caballo dócil y obediente (la parte irascible del alma).
* Un caballo rebelde (la parte concupiscible del alma).
El auriga conduce un carro tirado por estos dos caballos. En estas condiciones, la conducción se hace difícil. El objetivo es llegar a contemplar el mundo de las Ideas; pero ello es complicado pues mientras el caballo dócil tira hacia arriba, el caballo rebelde empuja hacia abajo. Por ello, solo algunos carros llegan a contemplar el Ser y continúan viviendo junto a los dioses, mientras que otros carros no llegan a la llanura de la Verdad: se amontonan y se pisotean.
Entre los caballos se inicia una riña en la que se rompen las alas y, al perder su capacidad de sustentación , estas almas caen a la tierra; quedan encarceladas en un cuerpo y se inicia la vida humana.